Alfabetización Mediática y Crítica en la Era Digital: Estrategias Pedagógicas para la Formación del Juicio Ético Frente a la Infodemia.

 

Autora:  Jazmín Joseline Hernández Linares

Liceo Leonardo Agrinzones

Correo: jazminjoseline311@gmail.com

Código Orcid https://orcid.org/0009-0001-4963-8991

Línea de Investigación: Currículo, formación e innovación pedagógica

 

Como citar este artículo: Jazmín Joseline Hernández Linares “Alfabetización Mediática y Crítica en la Era Digital: Estrategias Pedagógicas para la Formación del Juicio Ético Frente a la Infodemia” (2025), (1,19)

Recibido: 14/05/2025       Revisado: 15/05/2025        Aceptado: 16/05/2025

 

 

RESUMEN

La presente investigación documental aborda el desafío crítico de la infodemia y su impacto en la formación ciudadana. Su objetivo fue analizar las estrategias pedagógicas más relevantes para el fomento de la Alfabetización Mediática y Crítica, entendida como una competencia esencial para el desarrollo de un juicio ético autónomo en los estudiantes. A través de una metodología cualitativa, con un diseño bibliográfico y un paradigma interpretativo, se realizó un análisis de contenido de la literatura académica fundamental en el campo. Los resultados revelaron la existencia de tres corrientes pedagógicas principales, a menudo en tensión: un enfoque instrumental, centrado en herramientas y rutinas de verificación de datos para combatir la desinformación de manera pragmática; un enfoque crítico-estructural, orientado a deconstruir las relaciones de poder y las ideologías subyacentes en los medios digitales; y un enfoque ético-relacional, que prioriza el desarrollo de la empatía, la responsabilidad comunitaria y la conciencia del impacto de las acciones en línea. La discusión del estudio argumentó que la eficacia de estas corrientes es limitada si se aplican de forma aislada. Por el contrario, la principal conclusión es que una pedagogía verdaderamente transformadora debe ser integrada, tejiendo las habilidades prácticas, la agudeza crítica y la brújula ética en un todo coherente. De este modo, se aspiró superar la simple detección de falsedades para formar ciudadanos digitales reflexivos, capaces de participar de manera consciente y constructiva en la compleja sociedad contemporánea.

Descriptores: Alfabetización, mediática, crítica, era, digital, estrategias pedagógicas, juicio ético, infodemia.

Reseña Biográfica: Soy docente VI, con 23 años de servicio, con un experiencia en la parte administrativa (subdirector Académico) Liceo Leonardo Agrinzones, por 10 años, cumplo funciones como coordinador del técnico mención Gestión de Riesgos.

 

 

 

Media And Critical Literacy in the Digital Age: Teaching Strategies for Developing Ethical Judgment in the Face of the Infodemic.

Author: Jazmín Joseline Hernández Linares

Liceo Leonardo Agrinzones

Email: jazminjoseline311@gmail.com

Orcid Code https://orcid.org/0009-0001-4963-8991

Line of Research: Curriculum, training and pedagogical innovation

 

 

How to cite this article: Jazmín Joseline Hernández Linares “Media and Critical Literacy in the Digital Age: Pedagogical Strategies for the Formation of Ethical Judgment in the Face of the Infodemic” (2025), (1,18)

Received: 05/14/2025 Revised: 05/15/2025 Accepted: 05/16/2025

 

 

ABSTRACT

This documentary research addresses the critical challenge of the infodemic and its impact on citizenship education. Its objective was to analyze the most relevant pedagogical strategies for promoting Media and Critical Literacy, understood as an essential competency for the development of autonomous ethical judgment in students. Using a qualitative methodology, with a bibliographic design and an interpretive paradigm, a content analysis of the fundamental academic literature in the field was conducted. The results revealed the existence of three main pedagogical currents, often in tension: an instrumental approach, focused on fact-checking tools and routines to pragmatically combat disinformation; a critical-structural approach, aimed at deconstructing power relations and underlying ideologies in digital media; and an ethical-relational approach, which prioritizes the development of empathy, community responsibility, and awareness of the impact of online actions. The study's discussion argued that the effectiveness of these currents is limited if applied in isolation. On the contrary, the main conclusion is that a truly transformative pedagogy must be integrated, weaving practical skills, critical acumen, and an ethical compass into a coherent whole. In this way, the aim was to go beyond simply detecting falsehoods to develop reflective digital citizens, capable of participating consciously and constructively in today's complex society.

Descriptors: Literacy, media, criticism, digital era, pedagogical strategies, ethical judgment, infodemic.

Biographical Review: I am a VI teacher, with 23 years of service, with experience in the administrative part (Academic Deputy Director) Leonardo Agrinzones High School, for 10 years, I serve as coordinator of the Risk Management technical mention.

 

 

INTRODUCCIÓN

Nos encontramos en una vorágine informativa, un torrente digital que redefine casi cada aspecto de nuestra existencia, de tal modo que, las redes sociales, que alguna vez prometieron un mundo más conectado, se han convertido a menudo en un ecosistema caótico y fragmentado donde la verdad se desdibuja con una facilidad alarmante. En este contexto, la "infodemia", esa epidemia de desinformación, rumores y mentiras ya no constituye una amenaza distante; es el ambiente que inhalan cotidianamente nuestros alumnos.

En cambio, la escuela, históricamente un símbolo de sabiduría está hoy en un dilema. Los modelos de enseñanza tradicionales, enfocados en la transmisión de conocimientos canónicos, han resultado insuficientes. ¿De qué vale recordar información si no se tiene la orientación para moverse en un mar de desinformación? En este contexto, la falsedad no es solo un desliz, sino un medio sutil de control, y la apatía, su aliado más efectivo. Es una realidad que nos afecta de manera directa como docentes.

Desde este punto de vista, la Alfabetización Mediática y Crítica surge no simplemente como un conjunto de habilidades operativas para comprobar hechos, sino como una verdadera filosofía educativa enfocada en liberar al individuo. Es una necesidad que no se puede postergar. Por lo tanto, educar a los ciudadanos en la era digital implica, ineludiblemente, proporcionarles las herramientas para cuestionar, para examinar las intenciones detrás de un encabezado y para entender las estructuras de poder que configuran el flujo de información al que están sometidos.

De tal manera que, la relevancia de este estudio es, por tanto, mayúscula. No hablamos solo de combatir las fake news (Falsas noticias). En el fondo, lo que está en juego es la capacidad de las nuevas generaciones para desarrollar un juicio ético autónomo, una conciencia reflexiva que les permita participar en la vida pública de manera responsable y empática. Seamos sinceros: sin ciudadanos críticos, la salud de nuestra democracia se debilita y la cohesión social se fractura. La formación de este juicio ético es, al fin y al cabo, el pilar sobre el que se construye una ciudadanía plena y consciente.

En este orden de ideas, el objetivo principal de esta investigación documental es analizar y sistematizar las estrategias pedagógicas más relevantes que la literatura académica ha propuesto para fomentar la Alfabetización Mediática y Crítica en estudiantes. De este modo, se busca construir un marco de referencia sólido que pueda orientar la práctica docente, por ello, para alcanzar esta meta, el estudio se propone: Explorar los fundamentos teóricos que sustentan la necesidad de una ciudadanía digital crítica frente a los fenómenos de la infodemia y la posverdad. Asimismo, examinar modelos para la integración de estas competencias de forma transversal en el currículo, superando la visión de que se trata de un tema aislado o meramente tecnológico.

Mediante esta revisión bibliográfica, se busca proporcionar una visión clara y fundamentada que no solo identifique el desafío, sino que, principalmente, destape las vías pedagógicas viables para empoderar a nuestros jóvenes. Deseamos que dejen de ser simples consumidores de contenido y se conviertan en arquitectos éticos y conscientes del entorno digital en el que viven.

 

Desarrollo

Para edificar la investigación, es imprescindible cimentar con claridad los conceptos que la sostienen. No son meras palabras, sino faros teóricos que iluminarán nuestro análisis. En este apartado, desgranaremos tres ideas centrales: la Alfabetización Mediática y Crítica, el Juicio Ético y la nociva Infodemia.

 

Alfabetización Mediática y Crítica

No basta con saber usar un dispositivo o navegar por una red social, la verdadera competencia digital anida en un lugar mucho más profundo: en la capacidad de interrogar al medio, de desnudar sus intenciones y de comprender su impacto. Desde esta perspectiva, la Alfabetización Mediática y Crítica trasciende el simple enfoque instrumentalista. Este concepto ha sido potentemente definido por Douglas Kellner y Jeff Share (2007), dos de las voces más influyentes en este campo. Para ellos, no se trata solo de decodificar mensajes, sino de una práctica de análisis cultural y político. Es un acto de empoderamiento cívico. En tal sentido, Kellner y Share (2007, 6), destacan que:

 La alfabetización mediática crítica implica un análisis y una producción informada, que incluye la capacidad de analizar críticamente las relaciones entre los medios y las audiencias, la información y el poder. [...] Una alfabetización mediática crítica amplía el concepto de alfabetización para incluir diferentes formas de medios de comunicación y anima a la gente a desafiar los modos dominantes de representación y las ideologías dominantes.

Lo que estos autores proponen aquí es una revolución conceptual. La frase "analizar críticamente las relaciones entre los medios y las audiencias, la información y el poder" es, en esencia, el núcleo de todo. Nos empuja a enseñar a los estudiantes a hacerse las preguntas incómodas: ¿Quién creó este mensaje? ¿Con qué propósito? ¿Quién se beneficia de que yo lo crea? ¿Qué voces están siendo silenciadas en esta narrativa? De este modo, la alfabetización deja de ser una habilidad pasiva de recepción y se convierte en una herramienta activa de indagación. Además, al hablar de "desafiar los modos dominantes de representación", los autores nos invitan a una pedagogía de la resistencia. Se trata de formar a jóvenes que no solo consuman cultura, sino que sean capaces de cuestionarla, remezclarla y proponer alternativas más justas y equitativas.

En el contexto de esta investigación, la Alfabetización Mediática y Crítica es el vehículo pedagógico fundamental. No es un escudo defensivo contra las mentiras, sino una lente de aumento para examinar la realidad, una caja de herramientas para construir significado y, en última instancia, un motor para la acción ciudadana transformadora.

 

Juicio Ético

En medio del ruido digital, ¿qué compás interno orienta las elecciones de un estudiante? El juicio ético es, de hecho, ese referente moral. No se trata de un conjunto de normas estrictas, sino de una habilidad dinámica que permite a una persona reflexionar sobre lo que es justo, correcto y bueno en situaciones complicadas, sobre todo cuando los valores están en conflicto. La filósofa española Adela Cortina nos proporciona una base excepcional para comprender este constructo mediante su noción de "ética cívica" o "ética de mínimos". No se busca imponer una determinada visión moral, sino reconocer los valores comunes imprescindibles para una convivencia democrática en una sociedad diversa.  Cortina (1993,132), señala que:

La ética cívica es, pues, la ética de los ciudadanos, en cuanto ciudadanos, y no la de los hombres, en cuanto hombres. Es el conjunto de valores morales que ya comparten los ciudadanos de una sociedad pluralista y que les permiten construir su mundo juntos, a pesar de sus diferentes concepciones de vida buena.

La genialidad de la propuesta de la autora reside en su pragmatismo y su profundo respeto por la diversidad. Cuando habla de "valores morales que ya comparten", se refiere a ese suelo común que hace posible el diálogo y la cooperación: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y la justicia. Trasladar esto al entorno digital es crucial. El juicio ético de un estudiante se forma cuando este es capaz de aplicar estos "mínimos" a sus acciones en línea. Por ejemplo, al decidir si comparte o no un meme que ridiculiza a un colectivo (poniendo a prueba el respeto), al evaluar una noticia que promueve el odio (desafiando la justicia) o al optar por el diálogo en lugar del insulto en un debate (ejerciendo la tolerancia activa). Formar el juicio ético, por tanto, no es adoctrinar, sino cultivar la capacidad de deliberar usando estos principios compartidos como guía.

De tal modo que, el juicio ético es por qué detrás de la Alfabetización Mediática. Es el ancla moral que impide que las habilidades críticas se conviertan en un simple juego intelectual. Para esta investigación, es la competencia humana esencial que transforma a un simple verificador de datos en un ciudadano digital verdaderamente responsable y comprometido con la construcción de una comunidad en línea más habitable.

 

Infodemia

La "infodemia" es el terreno peligroso en el que los estudiantes se mueven a diario. El término, popularizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la crisis de la COVID-19, captura con una precisión casi poética la naturaleza del problema. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo enmarcó en un discurso que resonó globalmente, subrayando que la lucha por la verdad es tan vital como la lucha contra un virus.  Ghebreyesus, (2020, 89), señala que “No solo estamos luchando contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia. Las noticias falsas se propagan más rápido y más fácilmente que este virus, y son igual de peligrosas”.

Esta declaración es poderosa por su sencillez y su dramatismo, la analogía es perfecta: la infodemia es una enfermedad de la información, su análisis revela dos peligros simultáneos. Por un lado, está el contenido explícitamente falso que se "propaga más rápido y más fácilmente", aprovechando los algoritmos de las redes sociales que premian la viralidad emocional por encima de la veracidad. Por otro lado, y quizás más sutilmente, el concepto de infodemia incluye la sobreabundancia de información, veraz, falsa o simplemente confusa; que genera ansiedad, parálisis y, lo que es peor, una profunda desconfianza hacia las fuentes de autoridad legítimas como la ciencia o el periodismo riguroso.

A su vez, esta avalancha informativa satura nuestra capacidad cognitiva, haciendo extremadamente difícil discernir lo importante de lo trivial, lo cierto de lo engañoso. Para los fines de este estudio, la infodemia no es solo el problema para resolver; es el ecosistema completo que justifica la intervención pedagógica. Es el desafío contextual que hace que la Alfabetización Mediática y la formación del Juicio Ético no sean un lujo académico, sino una herramienta de supervivencia intelectual y cívica para las nuevas generaciones.

 

Metodología

La metodología no es un mero formalismo; es la declaración de principios sobre cómo nos aproximaremos al conocimiento. Es la arquitectura que sostiene la validez y la fiabilidad de los hallazgos. Para esta investigación, que buscó desentrañar y sistematizar saberes ya existentes, se diseñó una ruta de carácter documental, interpretativo y cualitativo. Se situó en un paradigma interpretativo. No se buscó medir variables ni establecer leyes universales, sino comprender en profundidad el fenómeno de la Alfabetización Mediática desde la perspectiva de los propios actores que lo han estudiado. Se abrazó la idea de que la realidad social, y por ende la educativa, es una construcción de significados que debe ser interpretada, no simplemente observada. Los académicos Egon Guba e Yvonna Lincoln son referentes en este enfoque. Nos hacen recordar que el investigador no es un observador imparcial y alejado, sino un participante activo en la generación de conocimiento. En este contexto, Guba y Lincoln (1994, 111) subrayan que:

La investigación es un proceso interactivo entre el investigador y los participantes [en este caso, los textos], un proceso dialógico que necesita ser de naturaleza hermenéutica. […] El objetivo es comprender las complejas construcciones del mundo que los participantes tienen en sus mentes.

En este sentido, la lógica de estos escritores se aplicó con una singular belleza a la investigación documental. Los autores y las obras que componen el corpus bibliográfico son los participantes. El proceso fue participativo" ya que no solo extraímos datos; dialogamos con los textos, los desafiamos y exploramos sus tensiones y sinergias. El objetivo es, como ellos indican, "entender las complejas estructuras" que estos escritores han desarrollado con relación a las estrategias educativas. En otras palabras, este análisis entendió las investigaciones de otros, entrelazando con ellas un nuevo tejido de significado.

Consecuente con el paradigma interpretativo, el enfoque de este estudio fue eminentemente cualitativo, se priorizó la profundidad sobre la extensión, la riqueza del significado sobre la frecuencia numérica. A su vez, se buscó desentrañar la naturaleza de las estrategias pedagógicas, sus fundamentos, sus matices y su aplicabilidad, más que cuantificar cuántas veces se menciona un término. Creswell, una referencia ineludible en metodología define este enfoque de una manera que resuena directamente con nuestro propósito. De este modo, Creswell, (2014, 4), manifiesta que:

La investigación cualitativa es un enfoque para explorar y comprender el significado que individuos o grupos atribuyen a un problema social o humano. El proceso de investigación implica preguntas y procedimientos emergentes, datos recopilados típicamente en el entorno del participante, un análisis de datos que construye inductivamente de lo particular a lo general, y las interpretaciones que el investigador hace del significado de los datos).

La declaración del autor esclareció este camino; efectivamente, se investigó el "sentido" que la comunidad académica da al "problema social" de la infodemia y su resolución pedagógica. El proceso fue inductivo: se inició con el análisis de artículos, libros y presentaciones individuales (lo particular) para, a partir de ellos, desarrollar categorías y patrones más amplios sobre las estrategias educativas (lo general). La "interpretación del investigador" es la etapa final y esencial, en la que se integra y se organiza todo el material examinado, produciendo una nueva contribución al área de estudio.

En este orden de ideas, el corazón del método reside en su naturaleza documental. Este tipo de investigación, como señala Arias se fundamenta en el análisis de fuentes secundarias. Arias, (2012, 27), advierte que: “La investigación documental es un proceso basado en la búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación de datos secundarios, es decir, los obtenidos y registrados por otros investigadores en fuentes documentales: impresas, audiovisuales o electrónicas”.

En tal sentido, desglosó el quehacer en cinco acciones clave: búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación. Este estudio siguió fielmente este proceso. Primero, la búsqueda y recuperación de fuentes pertinentes en bases de datos académicas (Scopus, Web of Science, Scielo, Dialnet), repositorios universitarios y catálogos de editoriales especializadas. Luego, el análisis riguroso de su contenido. Seguidamente, la crítica, que implicó evaluar la pertinencia, validez y solidez argumentativa de cada fuente. Y finalmente, la interpretación, el momento en que se conectaron las ideas de diversos autores para construir el panorama global que pretendemos ofrecer.

En un estudio documental, la "obtención de datos" constituyó un proceso mental de extracción y sistematización de información. Técnica: La técnica principal fue la revisión documental sistemática, acompañada del fichaje. Esto implica un rastreo organizado y exhaustivo de la literatura, no una lectura aleatoria. Instrumentos: El instrumento central fue una Ficha de Contenido, diseñada específicamente para este estudio. Este no fue un simple formato de resumen; es una herramienta para diseccionar cada fuente. Contuvo campos como: Referencia completa (autor, año, título, etc.). Constructos clave definidos. Objetivo del estudio original. Metodología empleada por el autor. Principales estrategias pedagógicas descritas. Citas textuales relevantes para nuestra investigación y observaciones críticas del investigador (nuestra propia reflexión). Este instrumento garantizó la sistematización de la información y facilita la comparación y triangulación de datos entre diferentes fuentes.

Una vez que los datos han sido "recolectados" en nuestras matrices, la técnica para darles sentido será el Análisis de Contenido Cualitativo. Esta técnica permitió ir más allá de la superficie del texto para identificar temas, patrones y categorías recurrentes. El sociólogo Krippendorff (2018, 29), lo define como “una técnica que busca la inferencia válida y replicable a partir de los textos. El análisis de contenido es una metodología de investigación que tiene como objetivo generar inferencias replicables y válidas a partir de los textos (u otra materia relevante) en los contextos en que se emplean. La noción de "inferencias válidas y replicables" es esencial para la rigurosidad del análisis.

A su vez, el análisis no constituyó una percepción subjetiva, sino un proceso sistemático. ¿Cómo es eso? Se estableció un sistema de categorías emergentes a partir de la lectura preliminar de las fuentes (por ejemplo: "Estrategias orientadas en la creación de medios", "Enfoques conversacionales", "Gamificación para la validación", etc.). Posteriormente, se implementó este sistema de categorías de forma constante a lo largo de todo el corpus documental. Las "inferencias" que realicé vinculaban estas estrategias identificadas (los textos) con el problema que aborda: la construcción del juicio ético ante la infodemia (el contexto de su aplicación). Así, el análisis de contenido posibilitó convertir un océano de información dispersa en un esquema estructurado de conocimiento educativo.

 

Resultados

La revisión sistemática de la literatura académica reveló un panorama fascinante y diverso. Si bien existe un consenso abrumador sobre la urgencia de la Alfabetización Mediática y Crítica, los caminos propuestos para alcanzarla varían significativamente. Lejos de ser un campo monolítico, se encontró un vibrante debate entre distintas corrientes pedagógicas. Del análisis emergen, principalmente, tres grandes enfoques que, aunque a veces se superponen, priorizan diferentes aspectos de la formación. A continuación, los ponemos en diálogo.

El Enfoque Pragmático-Instrumental: Una primera corriente, de enorme popularidad por su aplicabilidad directa, se centra en dotar a los estudiantes de herramientas y rutinas de verificación. Es un enfoque pragmático, casi como una guía de primeros auxilios para el navegante digital. Su objetivo es claro: desarrollar reflejos rápidos para identificar y descartar la información de baja calidad. En este contexto, la figura de Mike Caulfield es indispensable. Sostiene que los métodos clásicos de análisis exhaustivo (leer todo, examinar el sesgo, etc.) son improductivos en un contexto de sobreabundancia de información. Sugiere, en su lugar, una serie de movimientos rápidos y eficaces.  Caulfield, (2017, 45)

Propone el método SIFT (Stop, Investigate the source, Find better coverage, Trace claims), una heurística diseñada para que el ciudadano común pueda hacer evaluaciones rápidas y fiables. En lugar de perder tiempo en un sitio web desconocido, el usuario debe detenerse (Stop), investigar la fuente (Investigate) abriendo una nueva pestaña, encontrar una mejor cobertura (Find) en fuentes conocidas y, solo si es necesario, rastrear las afirmaciones (Trace) hasta su origen.

La idea de Caulfield resulta atractiva por su claridad y efectividad. Aborda de manera directa la ansiedad provocada por la infodemia, proporcionando un enfoque concreto y práctico. No obstante, al contrastarla con perspectivas más críticas, su restricción se vuelve clara. Este método, aunque indispensable, tiene la posibilidad de permanecer en la superficialidad. Al centrarse en el qué (si la información es incorrecta) y el cómo (confirmarla), a menudo se ignora el porqué: ¿Por qué se elaboró esta pieza de desinformación? ¿Cuáles son los intereses económicos o políticos que la respaldan? ¿Cuáles son las estructuras de poder que posibilitan su viralización? Es una vacuna efectiva para un síntoma, pero no siempre aborda la enfermedad subyacente.

El Enfoque Crítico-Estructural: Leyendo el Poder Detrás del Píxel: Este enfoque bebe directamente de la pedagogía crítica y los estudios culturales. Aquí, la Alfabetización Mediática es, ante todo, una herramienta de análisis de poder. No se trata solo de ser un consumidor inteligente, sino de convertirse en un analista crítico de la cultura. Esta perspectiva, ya anticipada por Kellner y Share (2007) en nuestra sección de constructos, encuentra sus raíces en pensadores como Paulo Freire. Aunque Freire escribió mucho antes de la era digital, su llamado a "leer el mundo" además de "leer la palabra" es más pertinente que nunca. De tal modo que Freire (1970, 94), señala que “La alfabetización no puede reducirse a enseñar a leer y escribir palabras, sino que debe ser un acto de conocimiento y de expresión del mundo, un acto de creación y recreación. […] Interpretar la palabra siempre requiere una comprensión previa del mundo.

Por lo tanto, la visión freireana, aplicada al siglo XXI, nos exige ir más allá del SIFT de Caulfield. "Leer el mundo" digital significa analizar los algoritmos de las redes sociales como sistemas que moldean la realidad, entender el modelo de negocio de la economía de la atención y reconocer cómo las representaciones mediáticas perpetúan o desafían estereotipos y desigualdades. Esta perspectiva es mucho más profunda y transformadora. A su vez, su principal desafío es la implementación. Mientras que el enfoque instrumental puede enseñarse en un taller, el enfoque crítico-estructural requiere una integración curricular transversal y un docente altamente formado, capaz de guiar debates complejos sobre ideología, poder y justicia social. El peligro aquí es el opuesto al anterior: un análisis tan teórico que no dote al estudiante de las habilidades prácticas inmediatas para navegar la infodemia del día a día.

El Enfoque Ético-Relacional: Cultivando la Conciencia Digital: Finalmente, una tercera vía, más reciente y holística, pone el acento en la dimensión humana, socioemocional y, sobre todo, ética. Esta perspectiva sostiene que la lucha contra la desinformación no es solo una batalla cognitiva (verdadero/falso) o política (poder/resistencia), sino también una cuestión de carácter y de responsabilidad comunitaria. El trabajo de Howard Gardner y Carrie James en el "GoodPlay Project" es un ejemplo paradigmático. Ellos investigan cómo los jóvenes navegan los dilemas éticos en línea, desde el plagio hasta el ciberacoso. Gardner y James, (2014, 22) “Esta investigación sugiere que muchos jóvenes están experimentando una especie de "desconexión ética": a menudo tienen una idea clara de lo que constituye un comportamiento ético en la vida "real", pero estas brújulas morales parecen descalibrarse en el contexto de sus interacciones digitales.

Esta perspectiva es fascinante porque conecta directamente la Alfabetización Mediática con la formación del Juicio Ético que establecimos como pilar de nuestro estudio. Gardner y James nos alertan de que un estudiante puede ser un verificador de datos experto (enfoque instrumental) y un agudo analista de poder (enfoque crítico), pero aun así actuar de manera irresponsable o dañina en línea. Este enfoque nos obliga a plantear preguntas pedagógicas distintas: ¿Cómo fomentamos la empatía en los comentarios de un video? ¿Cómo promovemos la responsabilidad antes de compartir un rumor, incluso si sabemos que es falso, pero es "divertido"? ¿Cómo construimos resiliencia frente a la polarización?

Esta vía complementa a las otras dos de manera crucial. Si el enfoque instrumental nos da el qué hacer y el crítico por qué sucede, el ético-relacional nos interpela sobre el quiénes queremos ser en el espacio digital. Su reto es la intangibilidad; es más difícil de evaluar que una habilidad de verificación, pero es, en última instancia, lo que define una ciudadanía digital verdaderamente madura.

El estudio comparativo de estas tres corrientes indica que la estrategia educativa más sólida no es aquella que opta por una opción en desmedro de las demás, sino la que las combina en un conjunto armónico. Un estudiante requiere habilidades prácticas para no perderse en el torrente informativo (enfoque instrumental), la perspicacia crítica para comprender las corrientes subterráneas que lo afectan (enfoque crítico-estructural) y, sobre todo, la brújula ética para transitar esas aguas con integridad y un sentido de responsabilidad hacia los demás (enfoque ético-relacional).

Discusión de los Resultados

 

Los resultados expuestos no dibujan un mapa, sino más bien una encrucijada. El análisis comparativo de la literatura revela que el campo de la Alfabetización Mediática y Crítica está tensionado por tres enfoques pedagógicos dominantes: el instrumental, el crítico-estructural y el ético-relacional. Ahora bien, la verdadera contribución de este análisis no reside en declararlos competidores, sino en comprender su interdependencia y, sobre todo, en discutir los peligros de su aplicación aislada.

Limitarse únicamente al enfoque instrumental de Caulfield (2017), a pesar de su atractivo por ser claro y eficaz de inmediato, constituiría un grave error pedagógico. Fiarse solo de la verificación de datos es similar a instruir a un niño a reconocer alimentos contaminados sin informarle quién y por qué podría desear envenenar la comida. Forma técnicos competentes en la identificación de engaños, aunque no necesariamente ciudadanos informados. Sin una fundamentación crítica y ética, esta competencia puede convertirse en un tecnicismo sin sentido o, lo que es más grave, en un cinismo que sospecha de todo de manera sistemática, debilitando la confianza incluso en las instituciones legítimas.

En contraposición, un enfoque únicamente crítico-estructural, influido por Freire (1970) o Kellner y Share (2007), presenta sus propios peligros. Un estudio del poder sin acción puede transformarse en un ejercicio intelectual inútil, una forma de cinismo de salón que contempla el desastre desde una torre de marfil académica. Si no se proporcionan a los estudiantes recursos específicos para afrontar la infodemia cotidiana, la crítica puede resultar en inmovilismo o desánimo. ¿De qué vale entender a la perfección el capitalismo de la vigilancia si uno se siente incapaz de actuar en su interior?

Finalmente, la perspectiva ético-relacional de Gardner y James (2014), aunque fundamental, puede pecar de idealismo si no se ancla en las dos anteriores. Fomentar la empatía y la responsabilidad digital sin dar herramientas para identificar la manipulación o sin entender las estructuras que promueven el odio es, en el mejor de los casos, ingenuo. Sería como pedirle a alguien que sea un conductor cortés y responsable sin haberle enseñado a manejar el vehículo ni a leer las señales de un tráfico caótico y a menudo malintencionado. Es precisamente en la confluencia de estas tres corrientes donde emerge la propuesta más robusta y significativa. La formación del Juicio Ético frente a la infodemia no puede ser el resultado de una sola vía, sino de una pedagogía integrada y holística. Esta síntesis no es una simple suma de partes; es una alquimia que crea algo nuevo y más poderoso. En este sentido, el Juicio Ético, tal como lo concebimos a la luz de la ética cívica de Cortina (1993), no es una entidad abstracta que se "enseña" en una clase de valores. Se construye en la acción, en la deliberación y en la reflexión continua. Se alimenta, por lo tanto, de una triple fuente:

-                   La raíz práctica (instrumental): La capacidad de actuar con eficacia en el entorno digital, aplicando métodos de verificación como SIFT para no ser una víctima pasiva de la desinformación.

-                   La raíz crítica (estructural): La habilidad de leer el "mundo" digital, de cuestionar las fuentes de poder, los sesgos algorítmicos y las narrativas dominantes que dan forma a nuestra percepción de la realidad.

-                   La raíz relacional (ética):  La comprensión de que cada clic, cada "me gusta" y cada comentario constituye un acto cívico con efectos para uno mismo y para la comunidad. Se trata de fomentar la empatía digital y la responsabilidad compartida.

Esta pedagogía integrada es la única que puede responder de manera completa al desafío de la infodemia, tal como la definió Ghebreyesus (2020). Lucha contra el "virus" de la noticia falsa con la "vacuna" de la verificación, pero, además, fortalece el "sistema inmunitario" del estudiante con el pensamiento crítico y nutre el "tejido social" con una ética del cuidado y la responsabilidad.  Esta discusión tiene implicaciones directas y urgentes para la práctica docente y el diseño curricular. Sugiere que la Alfabetización Mediática y Crítica no debe ser relegada a la clase de informática o a talleres esporádicos. Debe ser un eje transversal que impregne todas las asignaturas. Un profesor de historia puede usarla para analizar propaganda, uno de ciencias para discutir la desinformación sobre el cambio climático y uno de literatura para deconstruir narrativas en los medios.

Sin embargo, es crucial reconocer la naturaleza y las limitaciones de este estudio. Como investigación documental-bibliográfica, nuestro análisis se ha movido en el plano de las ideas y las propuestas teóricas. Hemos trazado el mapa, pero no hemos recorrido el territorio. La implementación efectiva de esta pedagogía integrada en aulas reales, con sus limitaciones de tiempo, recursos y formación docente, es un desafío monumental. Por tanto, esta investigación abre la puerta a futuras líneas de trabajo de carácter empírico. Se necesitan estudios de caso, investigaciones-acción y análisis comparativos de experiencias piloto que pongan a prueba este modelo integrado. Cabe preguntarse: ¿Cómo se ve esta pedagogía en un aula de primaria versus una de secundaria? ¿Qué estrategias de formación docente son más efectivas para prepararlos en este triple enfoque?

Así, la lucha contra la infodemia es, en su núcleo, por la conciencia. No la logramos únicamente dotando a nuestros estudiantes de escudos de verificación, sino fomentando en ellos un pensamiento crítico, un corazón compasivo y un fuerte sentido de su capacidad como ciudadanos en la complicada y agitada era digital. La magnitud de la tarea es enorme, pero la opción de permitir que las corrientes de la infodemia arrastren a toda una generación hacia la apatía y la desconfianza es, simplemente, inconcebible.

 

Conclusiones

El recorrido en la literatura académica acerca de la Alfabetización Mediática y Crítica nos ha guiado desde la identificación del problema hasta el núcleo de sus propuestas educativas. Al concluir este recorrido, no descubrimos respuestas sencillas ni soluciones milagrosas, sino un conjunto de verdades esenciales que transforman nuestra percepción del reto. Esta investigación llega a la conclusión de que la respuesta pedagógica más sólida y relevante ante la infodemia no es la aplicación de un solo método, sino la integración deliberada y sinérgica de tres enfoques complementarios: el instrumental, el crítico-estructural y el ético-relacional. El desarrollo de un juicio ético robusto en los estudiantes no puede prosperar si se alimenta en solo uno de estos ámbitos; requiere ser sostenido por los tres para ser realmente resistente y transformador. De esta afirmación fundamental, se extraen las siguientes conclusiones específicas:

El objetivo de la Alfabetización Mediática debe ser radicalmente redefinido. Ha quedado claro que su propósito no puede limitarse a la mera verificación de hechos o a la adquisición de habilidades técnicas. Su verdadero norte, el fin último que le otorga sentido, es la cultivación de un juicio ético autónomo y responsable. Esto implica trascender la dicotomía de verdadero/falso para adentrarse en el complejo territorio de lo justo, lo bueno y lo solidario en el ecosistema digital.

Los métodos pedagógicos aislados son inadecuados y pueden resultar perjudiciales. Nuestro análisis ha evidenciado que cada una de las corrientes examinadas, por sí sola, deja áreas peligrosamente desprotegidas. El enfoque instrumental puede dar lugar a cínicos digitales, capaces de identificar la falsedad, pero desinteresados en sus efectos sobre las personas. El enfoque crítico-estructural puede llevar a una inacción por exceso de análisis, donde la comprensión del poder no se convierte en participación cívica. Y el enfoque ético-relacional, carente de los otros dos, se encuentra en un vacío de intenciones positivas, susceptible a la manipulación avanzada.

La estrategia pedagógica más potente reside en la creación de un ecosistema de aprendizaje integrado. El modelo que emerge de esta investigación concibe las tres corrientes no como un menú de opciones, sino como una trinidad inseparable. Es en esta fértil intersección donde un estudiante aprende no solo a detectar una mentira (habilidad instrumental), sino también a comprender su arquitectura de poder (conciencia crítica) y a elegir no ser su cómplice, protegiendo a otros (responsabilidad ética). Esta integración es la que verdaderamente capacita al estudiante para ejercer una ciudadanía digital plena.

En última instancia, este estudio postula que la lucha contra la infodemia es mucho más que un desafío técnico o académico; es un empeño profundamente humanista y político. Lo que está en juego no es solo la veracidad de la información que consumimos, sino la calidad de nuestro diálogo público, la salud de nuestra democracia y la capacidad de las futuras generaciones para construir un mundo compartido sobre bases de confianza y respeto mutuo.

La tarea que tenemos por delante como educadores es, por tanto, inmensa. No se trata de añadir una nueva asignatura al currículo, sino de tejer estas competencias en el ADN de la experiencia educativa. Se trata de empoderar a una generación no solo para que sobreviva a la era digital, sino para que la transforme activamente, para que se convierta en arquitecta consciente y ética de un procomún digital más veraz, justo y, en definitiva, más humano.

 

REFERENCIAS

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